viernes, 11 de septiembre de 2009

HOMENAJE A JUAN CARLOS GUMUCIO

JUAN CARLOS GUMUCIO. PUB CATÓLICO DE BELFAST. ULSTER


Guardé durante mucho tiempo, con afecto, el recuerdo de Gumucio despidiéndose frente al aeropuerto de Belfast con su sonrisa de galán de telenovela latinoamericana, agitando la mano desde la ventanilla del taxi mientras gritaba con su voz de actor de Hamlet:
—Hasta siempre hermano. Y no dejes pasar tanto tiempo entre visita y visita.
El asunto por el que, en el fondo, me encontraba allí, el tráfico de armas de Blancafort, avanzaba a pasos de tortuga. ¿Qué era lo que tenía? ¿Una pista judía? ¿Un judío argentino, un judío israelí y otro croata? ¿Significaba algo que no sabía ver? También detectaba un contrasentido. ¿Un yugoslavo que vendía rifles a sus enemigos croatas? ¿Un tipo capaz de ofrecer armas ante las que los Dragunov eran meros tirachinas? ¿Un individuo capaz de embarcarse con doscientos fusiles y romper el bloqueo de la marina de guerra serbia? Valentí Blancafort debía de tener en él toda la confianza del mundo. Tras esas incógnitas, no intuía novedades en el horizonte.
No podía estar más equivocado. En los próximos días los acontecimientos iban a estallar. En cuanto a Juan Carlos Gumucio, ésta fue la última vez que lo ví con vida.



Lo que acabáis de leer es un pequeño fragmento de un proyecto literario-fotográfico que, si todo va bien, verá la luz en la primavera de 2010. Es una mezcla de ficción y realidad en el que aparecen personajes reales como el periodista Juan Carlos Gumucio del que hablaba Enric González en la parte final de su libro Historias de Nueva York, con el que trabajé en Irlanda del Norte para el Dominical de El País y que falleció de manera tan trágica y novelesca como había vivido siempre : al filo de la navaja.

1 comentario:

  1. Mola la idea... sobre tus últimos post, se nota que estudiaste económicas! Un saludo.

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