(CONTINUACIÓN DE MISIÓN AÉREA EN BOSNIA, SEGUNDA PARTE)
El coronel Vladimir Korotov no estaba contento con el curso de los acontecimientos. Profundamente decepcionado tras la desintegración de la Unión Soviética, y con ella la renuncia a mantener el codo a codo con Estados Unidos como primera potencia mundial, el ruso había decidido poner sus vastos conocimientos militares al servicio del ejército federal yugoslavo, que mantenía la idea de la unidad, tan estimada por Korotov, en contra de la odiosa pujanza actual de los nacionalismos. Especialista en la defensa antiaérea, su concienzudo trabajo como instructor de las fuerzas sirias en la Guerra del Yom Kippur contra Israel, había sido responsable de la mayoría de los quince aviones judíos derribados por los hombres que adiestraba. El imparable avance serbio del comienzo de la guerra se había estancado, y la presión militar de Estados Unidos y la OTAN no hacían más que empeorar la situación.
A mil quinientos kilómetros por hora, y a cinco mil metros de altura, los Hornet iniciaron el rastreo de los aviones enemigos mediante su radar de impulsos doppler multimodo en posición de máximo alcance. Éste tenía el inconveniente de que el haz de sonidos enviados era mucho más estrecho y por lo tanto más difícil de blocar a los aviones que buscaban dentro de él.
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Pérez Uriarte fue el primero en localizarlos. Eran cuatro. Activó el detector IFF (identificador de amigos o enemigos) que radiaba energía electrónica y reconocía las respuestas de aviones aliados como amigos y, los silencios, como enemigos o desconocidos. No obtuvo respuesta, aunque ya lo imaginaba, pues seguramente era lo primero que había hecho la tripulación del AWACS antes de transmitirles la orden. Apagó el radar, pues los dos misiles AIM-120 AMRAAM, que eran los de máximo alcance que transportaba, —el brazo largo del Hornet, les llamaban— tenían un rango de cincuenta kilómetros y no quería ser detectado por los aviones a los que se aproximaba hasta que fuera demasiado tarde para ellos.
—Toro uno a Toro dos. Bandidos localizados a ciento veinte kilómetros. Altitud, mil metros, volando a una velocidad de seiscientos kilómetros hora, por lo que probablemente no son Migs. Acerquémonos guiándonos sólo por las señales del AWACS.
—Roger, Toro uno —respondió el capitán Robredo.
Uno de los observadores que el coronel Korotov tenía distribuidos por alturas cercanas localizó con sus prismáticos a los Hornet. Inmediatamente retransmitió a su superior la posición y el rumbo de los cazas.
Aprovechando los claros del bosque donde se ocultaba con sus hombres, Korotov había colocado los cuatro SA-6 blindados, con tres misiles SAM 6 cada uno en un círculo, en el centro del cual se encontraba el radar que dirigiría los proyectiles, en consonancia con las tácticas soviéticas. En caso de ataque al ser localizado el radar, sólo este resultaría dañado y no los vehículos lanzadores de misiles. El ruso lo mantuvo apagado hasta el último instante para no ser detectado por los RWR de los F-18 y, sobre todo, por el ojo invisible del AWACS, que arriba en las alturas lo veía todo.
Un tono de alarma sonó en los auriculares del capitán Pérez Uriarte, acompañado de la voz del operador del AWACS que decía: ‹‹ Pico de tierra, pico de tierra ›› para indicarle que un radar terrestre le había iluminado.
Instantes después Korotov dio la orden de fuego. Otra vez los siniestros pitidos acompañaron a la señal rojo intermitente, y a las voces de aviso que repetían: ‹‹ ¡Misil! ¡Misil! ››
El enfrentamiento entre israelíes y siros sobre el valle de la Bekaá, en lo que se consideró una prueba de fuego entre el material soviético y el americano, se saldó con el derribo de ochenta y cinco Migs de fabricación rusa por ninguno de los judíos. Los analistas del Pacto de Varsovia acusaron a los pilotos sirios de falta de temple y entrenamiento en situación de fuego real, a diferencia de sus oponentes. Los soviéticos dijeron que con sólo oír los sonidos de la alarma anunciando un misil, los sirios accionaban el dispositivo de eyección, abandonando el avión mientras caían en paracaídas sin haber intentado ninguna maniobra de evasión.
No era el caso de los dos pilotos de la OTAN. Pérez Uriarte seguía volando en retaguardia, y hacia él iba dirigido el primer SAM-6.
Lo primero que tenía que hacer era localizar el proyectil, que en la pantalla de su alertador aparecía cerca de sus ocho, en el círculo intermedio: la banda letal. Sin embargo, desde el primer ataque sufrido con el Stinger, ya tenía seleccionado el misil anti-radiación Alarm, desarrollado durante la guerra de Vietnam y que una vez lanzado se dirigía directamente contra el radar encendido. Comprobó que estaba dentro de la distancia requerida y disparó. A continuación conectó el ECM para intentar confundir al radar enemigo.
—Toro uno. Misil a tus siete —.Robredo ya había localizado visualmente al SAM.
Pérez Uriarte giró su cabeza hacia atrás —el Hornet tiene trescientos sesenta grados de visibilidad— y viró dirigiéndose hacia el misil en una maniobra que, aunque de apariencia suicida, era la más eficaz.
Kotorov lanzó dos misiles más contra el F-18 de cola y uno contra el que volaba en cabeza. El disparo de varios proyectiles en sucesión hacía que fueran mucho más difíciles de esquivar, sobre todo los últimos.
El primer SAM 6 subía a tres veces la velocidad del sonido hacia el Hornet; era mucho más rápido que el caza, pero no tan ágil. El F-18 continuó volando en horizontal hacia la trayectoria del misil, y giró bruscamente en ángulo recto, mientras el piloto apretaba compulsivamente el botón del chaff: paquetes con miles de tiras de papel de aluminio que formaban nubes metálicas para engañar al misil, devolviendo el eco al radar y haciéndole creer que ese era el blanco principal, como ocurrió esta vez. Sin tiempo para un respiro, Pérez Uriarte invirtió su caza y picó hacia el suelo, sin dejar de apretar el botón del chaff, esquivando al segundo SAM por una veintena de metros.El tercero ya venía hacia él y no tenía tiempo de encararlo. Intentó a la desesperada la maniobra conocida por los pilotos como el último cartucho. Redujo la velocidad levantando el morro mientras aplicaba los frenos aerodinámicos. Inmediatamente realizó un tonel en dirección al suelo, rozando el límite de la fuerza G soportable, mientras soltaba una generosa porción de chaff. El misil cruzó por el lugar donde hacía unos segundos había frenado el F-18, y en el que flotaba una nube de tiras de papel metálico. Al ver que tampoco este SAM conseguiría su objetivo, el coronel ruso dio la orden de hacerlo detonar. La explosión retumbó en los oídos de Pérez Uriarte como un mazazo y desplazó al avión de su rumbo, pero sin mayores consecuencias. Korotov había ordenado apagar el radar cuando vio llegar al Alarm, que caía desde el cielo como un meteorito sobre el vehículo que lo transportaba, pero fue demasiado tarde. Libres ya de la amenaza de los SAM restantes, ciegos sin el radar que los guiaba, Pérez Uriarte y Robredo, que también había podido esquivar el misil, continuaron.
—Toro dos a Toro uno ¿Estás bien?
—Sí. Pero me ha ido por el canto de un duro. Sigamos hacia Banja Luka.
Cuatro Soko J-1 Jastreb, pequeños aviones que el ejército federal yugoslavo utilizaba para ataques contra objetivos terrestres, habían estado bombardeando objetivos bosnios en Banja Luka, y atacaban ahora a una columna de refugiados.
Los cazas de la OTAN se aproximaron invisibles, guiados por el ojo mágico del AWACS, por la espalda de los desprevenidos Jastreb.
Y aquí se acaba el relato. El problema es que el desenlace de Misión aérea en Bosnia incide en el final de la novela y sería desvelarlo.
El uh1h presidencial de allende daba vueltas por encima de la casa de mi madre en los maitenes a muy baja altura desde arriba el piloto podia ver el cuerpo desnudo de mi hermana tomando el sol era su cumpleaños en un soleado dia de enero y el no hallo mejor forma de felicitarla.
ResponderEliminar¿Allende?
ResponderEliminarostres Paco, resulta una mica grotesc veure caces i sentir de otans i militarades, quan al carrer es planteja una revolta contra aquest sistema injust i guerrer. Vaja, que això és casa teva, però queda una mica raro...
ResponderEliminarsalut
Salvador Allende G.
ResponderEliminarPero en el UH1H estaba solo el piloto.
Salut Jordi! Aquest cap de setmana tornem a la politica.
ResponderEliminarAclarado Hugo. Pensaba que era salvador allende el que felicitaba a tu hermana de esta manera tan especial.