MI GATA TACA PERDIÓ SU SÉPTIMA VIDA

Mi gata Taca perdió su séptima vida. Fue una mascota muy especial, al fin y al cabo no todos los gatos pueden presumir haber salido en una portada del Magazine de la Vanguardia en los brazos de mi hija Andrea.

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La bautizamos Taca, mancha en catalán, por una mancha ocre en la frente. Tuvo una vida azarosa, en el primer año de vida se cayó dos veces a la calle desde lo que sería un octavo piso y otra al patio interior hasta que finalmente aprendió a pasearse por la cornisa en verano sin mayor problema. Estas historias me hicieron escribir un post titulado "Taca, la gata voladora".

Fue sometida a dos operaciones para estirparle unos tumores malignos que fue lo que, al final, acabó con su vida. Y me falta otra vida que debió perder en alguno de sus paseos por la cornisa cuando yo no estaba en casa.

La echaré mucho de menos, como ahora, cuando blogueo y no gozo de su compañía estirada sobre la torre del ordenador.Y hasta echaré de menos sus maullidos junto a mi oreja, a las siete y cinco de la mañana, sábados y domingos, reclamando su ración de lata diaria y como diciendo "y éste porque no se levanta hoy como cada dia".




Una compañía que seguro que también echará mucho de menos Andrea.





Taca antes de su última operación.

Detecté algo anormal el último mes. Taca pasaba muchísimo tiempo encima de mi cama y su madre Canela, con la que no es que haya tenido una relación demasiado buena, se pasaba todo el tiempo lamiéndola. ¿Intentaba, a su manera, curarla o se estaba despidiendo de ella?

Taca fue una gata especial que vivió mucho tiempo con nosotros y sus restos reposan ahora en una lugar muy querido para mí, en los bosques de Vallvidrera, los bosques mágicos y hermosos de mi infancia.

Si existe un cielo para los gatos, me la imagino en un día radiante, en una imagen con flou, tumbada sobre un verde prado mientras a su lado un Seve Ballesteros vestido de blanco juega a golf.

ADEU TAQUETA!