Hace poco, cuando escribí mi post sobre Pilar del Río, la mujer de José Saramago, os contaba que al rebuscar en mi archivo encontré unas fotos que me hicieron recordar una divertida historia. Divertida ahora, en aquél momento no me hizo ni pizca de gracia.
Leer el resto del artículo ...
Era el mes de marzo de 1978 –lo sé porque es la fecha escrita en el sobre del negativo- y numerosos periodistas nos habíamos desplazado a un lugar del campo andaluz para cubrir una de las primeras marchas de jornaleros. Como os expliqué en el post anterior, yo trabajaba para la revista Primera Plana, cuyo director era Manuel Vázquez Montalbán, y Pilar del Río era nuestra corresponsal en Andalucía.
Íbamos en una media docena de vehículos y dimos con la marcha. La Guardia Civil estaba cerca pero no intervenía. Todos los periodistas mantuvieron una prudente distancia y los dos fotógrafos, Bernardo Pérez del País y yo, nos acercamos y empezamos a tomar fotos controlando por el rabillo del ojo a la Guardia Civil.
Para que os deis cuenta de lo que pasaba en la época de la transición y la importancia que se daba a la fotografía, creo recordar que la docena de periodistas que esperaban junto a los coches eran todos corresponsales en Andalucía. En cambio, dos medios tan importantes como El País y Primera Plana habían enviado desde Madrid y Barcelona a dos de sus fotógrafos “estrellas” (sí, ya no me queda ninguna abuela con vida). Como me comenta siempre Laura Terré al hablar de aquella época: “Entonces os necesitaban”.
Yo me acababa de comprar un cuerpo de Nikon EL que llevaba incorporado uno de los primeros motores, más bien un winder. Me lo compré porque había tenido varios encargos de una revista de náutica, “A bordo” y necesitaba disparar sin tener que cargar cada vez con la palanca de arrastre. Llevaba la Nikon EL con un 24 mm al que había puesto un filtro amarillo para dar más dramatismo al cielo. También cargaba con una Nikkormatt equipada con un 135 mm f.2,8. Iba disparando con las dos, la adrenalina a tope. Planos cortos con el tele y unas fotos estupendas con el 24 mm mientras el motor de arrastre sonaba y sonaba, igualito que el pájaro lira. Era la primera vez que fotografiaba a la Guardia Civil sin estar a 50 metros y con un tele de 300 mm.
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Era el mes de marzo de 1978 –lo sé porque es la fecha escrita en el sobre del negativo- y numerosos periodistas nos habíamos desplazado a un lugar del campo andaluz para cubrir una de las primeras marchas de jornaleros. Como os expliqué en el post anterior, yo trabajaba para la revista Primera Plana, cuyo director era Manuel Vázquez Montalbán, y Pilar del Río era nuestra corresponsal en Andalucía.
Íbamos en una media docena de vehículos y dimos con la marcha. La Guardia Civil estaba cerca pero no intervenía. Todos los periodistas mantuvieron una prudente distancia y los dos fotógrafos, Bernardo Pérez del País y yo, nos acercamos y empezamos a tomar fotos controlando por el rabillo del ojo a la Guardia Civil.
Para que os deis cuenta de lo que pasaba en la época de la transición y la importancia que se daba a la fotografía, creo recordar que la docena de periodistas que esperaban junto a los coches eran todos corresponsales en Andalucía. En cambio, dos medios tan importantes como El País y Primera Plana habían enviado desde Madrid y Barcelona a dos de sus fotógrafos “estrellas” (sí, ya no me queda ninguna abuela con vida). Como me comenta siempre Laura Terré al hablar de aquella época: “Entonces os necesitaban”.
Yo me acababa de comprar un cuerpo de Nikon EL que llevaba incorporado uno de los primeros motores, más bien un winder. Me lo compré porque había tenido varios encargos de una revista de náutica, “A bordo” y necesitaba disparar sin tener que cargar cada vez con la palanca de arrastre. Llevaba la Nikon EL con un 24 mm al que había puesto un filtro amarillo para dar más dramatismo al cielo. También cargaba con una Nikkormatt equipada con un 135 mm f.2,8. Iba disparando con las dos, la adrenalina a tope. Planos cortos con el tele y unas fotos estupendas con el 24 mm mientras el motor de arrastre sonaba y sonaba, igualito que el pájaro lira. Era la primera vez que fotografiaba a la Guardia Civil sin estar a 50 metros y con un tele de 300 mm.
De repente el cabo de la Guardia Civil-¿era un cabo?- se me acercó metralleta en mano gritando: “¡Esa cámara, esa cámara!” señalando a la Nikon EL. Y yo, que en aquella época ya debía tener vocación de docente, intentando explicarle que con el gran angular que llevaba puesto, debido a la corta distancia focal de la óptica, salía muy lejos y era irreconocible . Pero el hombre obsesionado con la cámara del ruidito; con la otra, la que llevaba el tele con el que le había hecho primeros planos, no quería saber nada.
Empezó a alterarse: ¡”O me das esa cámara o te la machaco y la tiro al río”! repetía como un disco rayado. La discusión tenía lugar en un pequeño puente sobre un riachuelo. No tuve opción. Con todo el dolor de mi corazón, porque tenía unas fotos estupendas, abrí la tapa, saqué el carrete, lo velé y se lo dí. Satisfecho, se lo metió en el bolsillo, me imagino que pensando en revelarlo después para tener fichados a todos los jornaleros y se giró hacia Bernardo: ¡Tú no me habrás sacado fotos también, verdad! Le gritó.
Aquí tengo que introducir un pequeño paréntesis. Había conocido a Bernardo aquella semana. Había venido con el gran César Lucas, que montó el departamento de fotografía en El País y luego sería mi jefe de fotografía en Interviú. Todos nos alojábamos en el mejor hotel de Sevilla. César nos hizo pasar a su habitación doble que compartía con Bernardo. Yo no me acuerdo, pero creo que yo estaba con otros periodistas sevillanos discutiendo el plan para el día siguiente. “Este es Bernardo Pérez” nos presentó César Lucas. Aún no se me ha olvidado la escena. Bernardo estaba en la bañera tomándose un baño de espuma. A mí, educado en la vida dura y espartana de los “minyons escoltes” (boy scouts catalanes) que sólo me duchaba, y al final con agua fría, y nunca caía en la decadente costumbre burguesa de darse un baño, la escena me llegó al alma.
Una vez introducido a mi compañero de aventuras concluyo la historia. Bernardo con un desparpajo y caradura remarcables le dijo. “No señor agente, yo soy de la capital y allí sabemos que no se puede tomar fotos de la autoridad competente”.
Empezó a alterarse: ¡”O me das esa cámara o te la machaco y la tiro al río”! repetía como un disco rayado. La discusión tenía lugar en un pequeño puente sobre un riachuelo. No tuve opción. Con todo el dolor de mi corazón, porque tenía unas fotos estupendas, abrí la tapa, saqué el carrete, lo velé y se lo dí. Satisfecho, se lo metió en el bolsillo, me imagino que pensando en revelarlo después para tener fichados a todos los jornaleros y se giró hacia Bernardo: ¡Tú no me habrás sacado fotos también, verdad! Le gritó.
Aquí tengo que introducir un pequeño paréntesis. Había conocido a Bernardo aquella semana. Había venido con el gran César Lucas, que montó el departamento de fotografía en El País y luego sería mi jefe de fotografía en Interviú. Todos nos alojábamos en el mejor hotel de Sevilla. César nos hizo pasar a su habitación doble que compartía con Bernardo. Yo no me acuerdo, pero creo que yo estaba con otros periodistas sevillanos discutiendo el plan para el día siguiente. “Este es Bernardo Pérez” nos presentó César Lucas. Aún no se me ha olvidado la escena. Bernardo estaba en la bañera tomándose un baño de espuma. A mí, educado en la vida dura y espartana de los “minyons escoltes” (boy scouts catalanes) que sólo me duchaba, y al final con agua fría, y nunca caía en la decadente costumbre burguesa de darse un baño, la escena me llegó al alma.
Una vez introducido a mi compañero de aventuras concluyo la historia. Bernardo con un desparpajo y caradura remarcables le dijo. “No señor agente, yo soy de la capital y allí sabemos que no se puede tomar fotos de la autoridad competente”.
He de reconocer que he utilizado su truco alguna que otra vez. El resultado fue que al día siguiente el País publicaba en portada las fotos de Bernardo de los jornaleros y el cabo de la Guardia Civil. Y al cabo de una semana aparecían las mías en Primera Plana acompañando al artículo de Pilar del Río. Pero perdí unas fotos estupendas antes que permitir que mi recién estrenada Nikon EL fuera machacada y tirada al río. Ventidós años después todavía las recuerdo: los jornaleros y sus banderas recortándose sobre el cielo andaluz flanqueados por la Guardia Civil armada. Heridas sufridas en esa larga carrera como fotoperiodista, por suerte ya cicatrizadas aunque no olvidadas.
bernardo capitalino, qué jovencitos, cada vez tengo más ganas de hacer tu ventana y escuchar todas esas anécdotas de viva voz. Y alguna otra que te podría contar yo.
ResponderEliminarMas, por favor! Estas "batallitas" ilustradas no tienen precio. Y que nadie piense que son las "batallitas" del abuelo, son historia contemporánea pura contadas y mostradas en primera persona, todo un lujo.
ResponderEliminar¿Paco, aún conservas la EL?
Venga, saludos!
Genial y divertido aahora, sí, aquí estás para explicarlo y recordarlo, y esas fotos veladas ahora están en la mente de muchos... "batallitas" de estas hay miles, seguro, os podríais juntar un@s cuant@s fotógraf@s "estrella" y hacer un libro de las fotos que fueron y podrían haber sido, con su texto. Me parece apasionante y necesario.
ResponderEliminarA mí también me han ocurrido, pero donde pasé más miedo, más que con la guardia civil, fue en El Palmar de Troya, en 1985 ¿Os acordáis? Tengo un magnífico reportaje con fotos de Albert Olivé que el entonces Ciero no se atrevió a publicar...
Creo que el mundo periodístico se está reciclando y tiene que reciclar... apuesto para que publiquéis "las fotos que fueron y las que no pudieron ser". Un divertimento.
Salut!
Se parece bastante a la famosa frase del "segurata" de casa de los Boyer , "te voy a un palo que te habio". Como de costumbre la realidad supera la ficcion. Cierta vez me pidieron un carrete y en un descuido al rebobinarlo para sacarlo le pegué el cambiazo por uno nuevo. Me dijo, como salga yo en las fotos te vas ha enterar. Lo triste es que a ti te paso en el 78 al principio de la democracia, pero a mi fue en el 92 ya en plena democracia en una manifestacion el la Aduana de La Jonquera, donde la policia nacinal estaba haciendo practicas de tiro de pelotas de goma sobre la gente. Y ahora pobre del que retrate un poli , se te tiran encima como el indio al que le quitan el alma.
ResponderEliminarMe encantan estas historias de cuando no había píxeles.
ResponderEliminar"Winder". Ya ni me acordaba que existía.
Con respecto a la relación fotógrafos/fuerzas de seguridad, me temo que las cosas no han cambiado demasiado.
Un saludo
Si a un guardia civil le dices que eres fotógrafo, se le cambia la expresión de golpe. Y así en general.
ResponderEliminarPero r4epartamos en todas direcciones, la incomodidad ante las cámaras no es exclusiva de las fuerzas de seguridad, a mi quien me abrió la cámara y me veló el carrete, fué un poco amistoso grupo de CCOO en una mani de la construccion del año de mariacastañas, por allí los 90, en la que estos increpaban a otro grupo de manifestantes.
Todavía tiene mucha fuerza la fotografía como documento, como portadora de la "realidad". Si dejara de tener esta fuerza, la policia posaría sin problemas.
Besos
Perdón, cuando he dicho increpaban, no he sido exacta, agredían a golpe de paraguas.
ResponderEliminarJajajaj, por cierto, aún me estoy riendo con el título de esta entrada. Menos mal que se trataba de la cámara...
ResponderEliminarlas fotos que te roban duelen toda la vida...
ResponderEliminaren el encierro en Montserrat, me pidieron un rollo para entregar a una agencia, y que las fotos salieran en la prensa europea.
Así fuè. Pero tambien fueron a parar a manos de la poli. El fotografo de la agencia que lo recogiò, un tal Cid,un facha disfrazado, se las entregò al megafacha de Federico Gallo.
todavìa estàran en los archivos de la policia.
Total, que salimos todos...bien retratados...
Son fotos que todavia sueño con recuperar.
Conseguì sacar un rollo escondido en la ropa interior. La camara y el flash se quedaron en Montserrat, y las regogì unas semanas despues.
Material que se ha visto hasta en la sopa.
Xavier Miserachs tambièn estaba, pero que yo sepa, no hizo fotos.Lastima.
En fin...batallitas de abuelita cebolleta...
lacola
Per culpa de reportatges com aquests i de les revistes d'època que els publicaven em vaig liar (enamorar) i arriscar amb això de la foto. Tots sabem, els que em fet o fem carrer, que actualment també la policia se salta a la torera els nostres drets, agredint-nos física o verbalment, robant-nos el material, amenaçant-nos, etc. Estaria molt bé que aclarissis aquí mateix i aprofitant la legió de seguidors que deus tenir, quin son els drets que empara la feina del reporter davant de les forces de "seguretat". Ja sé que els sindicats ens ho poden aclarir, però un post expres per part teva seria molt interessant.
ResponderEliminarCon esto que cuentas Paco se demuestra que la policía no ha cambiado los últimos 30 años. Estos Sanfermines un amigo fotógrafo pasó por el calabozo por negarse a entregar la tarjeta mientras fotografiaba una detención.
ResponderEliminarPensaba que la historia iba a tener un final feliz y que conseguias darle un carrete sin utilizar en un descuido.
La foto de los jornaleros en la carretera es cojonuda. Tiene un sabor a revolución imparable y a lucha increible. Cuando la he visto me a recordado (salvando caballos, contexto, país, etc) a las fotos de Raúl Corrales en Cuba (1960) de los jinetes llegando a la Habana.
Una pregunta ¿Tu trabajo de la transición tiene un libro o catálogo que se pueda comprar?
Salud para todos.
Ahora entiendo muchas cosas: "Buena Caza", Paco y saludos de un scout de Valladolid.
ResponderEliminarQué interesantes tus relatos sobre las batallas del oficio. Tienen un sabor especial y desde luego para los que empiezan seguro que son un testimonio imprescindible.
ResponderEliminarJordi, pot ser que aquest enllaç que et deixo et serveixi per el que preguntes.
ResponderEliminarhttp://www.agenda-upifc.org/continguts_UPIFC/publicacions/publicacions.php
Paco, hace poco veia en la web de Javier Bauluz sobre la lucha en los astilleros durante la reconversión, ahora, viendo tu post y esas fotos he llegado a las mismas conclusiones.
¿Realmente los medios de ahora estarían interesados en ese tipo de noticias en la actualidad?
¿Que tratamiento le darían los medios a los trabajadores, el de luchadores por sus derechos o el de alborotadores?. Me temo que a poco que leamos los periódicos todos conocemos la respuesta.
Cuando uno tiene experiencia, tiene recursos y por lo que leo, Bernardo es esa época ya estaba bragado ante la benemérita.
ResponderEliminarYo te puedo contar que la primera vez que me pidieron un rollo, "curiosamente" fueron los grises. Lo acaba de cambiar y aun no había tirado ni una de ese rollo. Con el nerviosismo no podía ni rebobinar el carrete. Afortunadamente, ya había tirado 36 fotos hacia unos minutos.
Cámara: Una Haminex 35 Sl (crec) con un 55 milímetros 1.7. Lugar: Frente a la modelo. Año no me quiero acordar o terminaré explicando historias a lo abuelo cebolleta. Tema: Xirinacs y su sentada.
Yo… imberbe total a pesar de mi barba. Quins temps Paco.
Un abrazo
¿Que tratamiento le darían los medios a los trabajadores, el de luchadores por sus derechos o el de alborotadores? Creo que la respuesta está clara. Sólo hay que leer lo que se publica.
ResponderEliminarY sobre algo que comenta la mayoría, una respuesta muy clara. En 1978 cuando tomé esas fotos las fuerzas del orden no sabían muy bien como reaccionar delante de los fotógrafos pero las condiciones eran difíciles para nosotros. Tras la victoria de los socialistas en 1982 la cosa cambió radicalmente para bien.
Ahora, en los últimos años, la historia está muchísimo peor que en las décadas de los ochenta y los noventa.
Hablando de Bernardo, hoy en El País:
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/reportajes/Vidas/presente/elpepusocdmg/20100801elpdmgrep_1/Tes
Ya lo he visto Nati. Olé por los viejos rockeros.
ResponderEliminarQué delicia de historia Paco.
ResponderEliminarTendrías que escribir un libro con estas historias y las fotos de ellas,siempre servirán de aprendizaje para futuras generaciones...que posiblemente ya nunca seguirán tus pasos...pero para que sepan como se trabajabe en otra época...en una época pese a todo más digna que la actual.
De Bernardo qué vas a esperar...este mes hace 25 que colaboro en El País y he coincidido muy pocas veces con él...pero hay que reconocer que es todo un "personaje".
Gracias por la historia.
Hola Paco, soy Bernardo, ante todo quiero darte las gracias por la afectuosa cita y felicitarte por tu buena memória.
ResponderEliminarMe has hecho rebobinar mucho y recordar momentos muy agradables.
El "tremendo vacilon" con el cabo salió muy bien, pero tu sabes que me podía haber costado caro si descubre que "se la estaba dando con queso" como ellos dirían.
Cuando quieras nos tomamos unas cañas con espuma... y te cuento alguna reciente que te puede hacer reir mucho.
Un fuerte abrazo.
http://www.facebook.com/photo.php?pid=1159503&id=1660452244&ref=fbx_album
Bernardo, es un gran placer lo de las cañas.Hecho si te pasas por barcelona o yo voy a madrid.
ResponderEliminar¡Un fuerte abrazo amigo!
Qué historia Paco, la tuya y las que fueron aportando los comentarios.
ResponderEliminarNo había leido este post y llegué por tu último post sobre la foto de Bernardo Pérez.
También me encanta Internet!
Saludos!