Ya lo comenté en un post de julio. Colaboro con la Obra Social Santa Lluisa de Marillac, un centro a cargo de las Hijas de la Caridad, en el que hay numerosos voluntarios, que lleva a cabo una labor admirable junto a la Llar de Pau al cuidarse de gente excluida socialmente entre la que hay exprostitutas, expresos, exdrogadictos y muchos otros que han quedado fuera de un mercado laboral azotado por la crisis.
Hace unos días, con motivo de la fiesta de San Vicente, se organizó una salida colectiva a una casa propiedad de las Hijas de la Caridad que está en Arenys de Munt.
La crisis, de algo ha de servirnos, potencia aún más los valores solidarios y espirituales en detrimento de los materiales. Cada vez que salgo con ellos me sorprendo del buen rato que se puede pasar sólo con amor, buen rollo, unas guitarras y unas canciones.
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Qué reportaje tan bonito y conmovedor, Paco.
ResponderEliminarEs verdad, toda la vida nos empeñamos en acaparar cosas pensando que así seremos más felices, cuando lo cierto es que hace falta bien poco para sentirse bien.
Enhorabuena por esa vena altruista. Ojalá todo el mundo la tuviera. 8-)
Un abrazo.
Un reportatge molt bonic, Paco:
ResponderEliminarNo cal marxar molt lluny per la
solidaritat. Quasi sempre la tenim
a la porta del costat de casa nostra
i molt poques vegades la fotografiem
Gracias Maria Rosa. Pero más que altruista yo lo considero un intercambio. Y además, relativiza mucho sobre las cosas más valiosas de esta vida.
ResponderEliminarY tienes razón Pilar. Sólo hay que abrir los ojos para ver lo que tenemos muy cerca nuestro.