La verdad es que hacía tiempo que no estaba en Avilés. Mis recuerdos eran el de una ciudad en pié de guerra por la reconversión industrial, en la que el orbayo, que es como llaman a la llovizna los asturianos, se mezclaba con el hollín de las industrias que ennegrecían la población junto a la ría, del mismo color gris sucio del entorno.
Mi sorpresa fue mayúscula. Aunque el orbayo seguía presente, la ciudad aparecía limpia como una patena con un bonito y amable centro peatonal empedrado, repleto de soportales bajo los que pasear a pesar del mal tiempo. Y sin lugar a dudas,
el símbolo de la reconversión de Avilés es el centro Niemeyer, un regalo del genial arquitecto brasileño de 104 años que hizo como agradecimiento al recibir
el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Aclarar que el regalo fue el proyecto, luego la ciudad empleó 40 millones de euros en construirlo, pero que ya es un símbolo internacional de la
Asturias de hoy.
El centro Niemeyer lleva el sello inconfundible de su autor que siempre ha remarcado que le atrae la curva, que considera libre y sensual. El centro consta de la torre y un auditorio con una característica muy particular. Tiene un aforo para un millar de personas en la sala cubierta, pero el escenario puede encararse, tras abrir unas grandes puertas, a la plaza, y
en este exterior pueden concentrarse hasta 10.000 personas como las que asistieron a la actuación de Woody Allen y su banda de jazz. Uno de sus lados se asemeja a un huevo duro cortado por la mitad, con la yema amarilla contrastando con el blanco de la clara.
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Otra de las partes del centro es la cúpula El elemento restante es el edificio polivalente en el que hay varias salas para reuniones y conferencias como
la que tuvo lugar con motivo del Blogtrip. Desde mi privilegiada posición de conferenciante con cámara pude plasmar en una foto
las dos caras de Avilés: el de hoy y el de ayer.
Todo el conjunto se encuentra en una enorme plaza de cemento liso. Un espacio que invita a pasear, patinar, deslizarse sobre una tabla de skate o recorrerlo en bicicleta.
Para acabarlo de rematar, la cúpula encerraba
la exposición Luz de Carlos Saura, que como os explicaré en un post más adelante me dio una sorpresa de lo más agradable.
Unos pequeños apuntes sobre técnica fotográfica.
La luz es un elemento básico en la fotografía de viajes. No siempre nos encontramos con la más adecuada como en este caso en que lloviznaba y el cielo era de color gris plomo. Pero en estos casos, si fotografiamos edificios iluminados como es el caso del
Niemeyer,
los fotógrafos de viajes tenemos un truco: fotografiar a la hora del crepúsculo, conocida también como la hora azul o la hora mágica.
Antes, y hablo sólo de unos pocos años atrás, el uso de cámaras analógicas cargadas con película diapositiva de baja sensibilidad de 50 o 100 ISO hacían inevitable el uso del trípode. Hoy en día gracias a lo bien que funcionan las cámaras digitales modernas a ISOS altos y al estabilizador de algunas ópticas, te permiten disparar a velocidades muy lentas sin que la foto salga trepidada, tomas que antes habrían sido imposibles sin trípode. Valgan como ejemplo estas imágenes de despedida del Niemeyer en que la oscuridad había caído sobre Avilés.
Utilicé una Nikon D90 con un zoom 18-55 mm con estabilizador.
El ISO fue de 800, el
diafragma 5,6 y la velocidad alrededor del medio segundo. Eso sí, apoyé la cámara sobre una barandilla.
Ciertamente Paco, el blanco impoluto del Niemeyer, hacía un contraste espectacular bajo el cielo plomizo-negro que se cernía sobre Aviles esa noche, también la iluminación del casco y la ria, prestaban bastante, buen trabajo...
ResponderEliminarComo asturiana que soy creo que no puedo irme sin antes felicitar a Paco por su magnífico trabajo y, para que todo sea aun más perfecto, aprovechar para apuntar que en asturiano 'orbayo' o 'orbayu' lo escribimos con b y con i griega.
ResponderEliminarGracias,
Muchísimas gracias Ana.¡Corregido!
ResponderEliminarUn edificio espectacular y original que invita a verlo por fuera, porque lo que es ver las exposiciones, no ayuda mucho que cobren entre 5€ y 7€ por ver la exposición de Carlos Saura, que se exhibió gratis en Gijón a principios de año.
ResponderEliminarAsí van a fomentar la cultura muy bien.
Para Machbel: Dificilmente alguien pudo ver esa exposición en Gijón y gratis, simplemente porque esa exposición es una producción del Centro Niemeyer y se estrenó lógicamente en la cúpula del centro avilesino.
ResponderEliminar¡Cuidado con el colesterol, Hugo!
ResponderEliminarGracias Antonio. Es un sitio muy especial.
Machbel, creo que ya te han contestado. La expo, inédita, de ha presentado por primera vez en el Niemeyer.
Brand New Studio. It's really a great project designed by a genius.
Un lujo poder conocer todos éstos lugares a través de tu mirada.
ResponderEliminarMe han encantado sobre todo la nº 2,7,9 y 10 qué colores!!
Saludos.
Muchas gracias Paco! Y Felicitaciones.
ResponderEliminarBueno, todos tenemos nuestras preferencia Vitesse.
ResponderEliminarGracias a ti, Coty.