PHOTO by EUGENE RICHARDS
Yo he experimientado ese momento y Cercas tiene razón: es de las cosas importantes de la vida que todo hombre o mujer debería haber vivido. Pero aparte de mis propias vivencias yo había visto esa imagen en alguna otra parte. Estuve revolviendo mi biblioteca y la encontré: es una foto de Eugene Richards, uno de los más grandes fotógrafos del momento y que tiene libros tan impactantes como Cocaine true, cocaine blue o Americans We, pero que ha sabido representar también, en otro lenguaje, ese momento único al que se refiere Javier Cercas.
De la misma manera que hay fotos que te llegan al corazón, lo mismo pasa con los libros y con algunas frases que encuentras en ellos. Aquí veremos la relación entre una foto de Eugene Richards y un texto del escritor Javier Cercas en su libro Soldados de Salamina.
Uno de estos libros es Soldados de Salamina de Javier Cercas, que por cierto tiene como portada una foto de Robert Capa. El libro de Cercas fue un gran éxito de ventas debido al efecto boca oreja de sus lectores. El mismo Mario Vargas Llosa decía que las últimas 8 páginas eran de lo mejor que había leido nunca en una novela.
Además de lo que me ha hecho disfrutar y emocionarme con sus novelas, Vargas Llosa goza del privilegio de que si, como en Farenhait 451, tuviera que elegir una sola novela para salvarla de la destrucción, esta sería La Guerra del Fin del Mundo, para mi La Ilíada contemporánea, que releo con el mismo placer una y otra vez.
Volviendo a esas espléndidas páginas finales de Cercas (estoy totalmente de acuerdo con Vargas Llosa) hay una frase que me caló muy hondo. Cuando el protagonista se encuentra con Miralles, el viejo comunista, éste le cuenta como murieron todos sus jóvenes amigos en la guerra y dice: Desde que terminó la guerra no ha pasado un solo día sin que piense en ellos. Eran tan jóvenes…Murieron todos. Muertos. Muertos. Todos. Ninguno probó las cosas buenas de la vida: ninguno tuvo una mujer para él sólo, ninguno conoció la maravilla de tener un hijo y de que su hijo, con tres o cuatro años, se metiera en su cama, entre su mujer y él, un domingo por la mañana, en una habitación con mucho sol…
Además de lo que me ha hecho disfrutar y emocionarme con sus novelas, Vargas Llosa goza del privilegio de que si, como en Farenhait 451, tuviera que elegir una sola novela para salvarla de la destrucción, esta sería La Guerra del Fin del Mundo, para mi La Ilíada contemporánea, que releo con el mismo placer una y otra vez.
Volviendo a esas espléndidas páginas finales de Cercas (estoy totalmente de acuerdo con Vargas Llosa) hay una frase que me caló muy hondo. Cuando el protagonista se encuentra con Miralles, el viejo comunista, éste le cuenta como murieron todos sus jóvenes amigos en la guerra y dice: Desde que terminó la guerra no ha pasado un solo día sin que piense en ellos. Eran tan jóvenes…Murieron todos. Muertos. Muertos. Todos. Ninguno probó las cosas buenas de la vida: ninguno tuvo una mujer para él sólo, ninguno conoció la maravilla de tener un hijo y de que su hijo, con tres o cuatro años, se metiera en su cama, entre su mujer y él, un domingo por la mañana, en una habitación con mucho sol…
Yo he experimientado ese momento y Cercas tiene razón: es de las cosas importantes de la vida que todo hombre o mujer debería haber vivido. Pero aparte de mis propias vivencias yo había visto esa imagen en alguna otra parte. Estuve revolviendo mi biblioteca y la encontré: es una foto de Eugene Richards, uno de los más grandes fotógrafos del momento y que tiene libros tan impactantes como Cocaine true, cocaine blue o Americans We, pero que ha sabido representar también, en otro lenguaje, ese momento único al que se refiere Javier Cercas.
Hay momentos en los que al arte se le ven las costuras, y entonces te alejas de la obra. En otros, en cambio, la verdad, la vida, se abre paso, como si el autor sólo fuera el emisario de una voluntad superior. Es en esos casos cuando la obra te marca. Como en el libro de Cercas y la foto que incluyes.
ResponderEliminarGracias por la reflexión y saludos cordiales.
Óscar
Hola Paco,
ResponderEliminarVeo que sigues a tope con su blog, es estupendo recibir tus blogpots.... Estoy en las últimas páginas del libro de Vargas Llosa, La Guerra del fin del Mundo.Si tuviera que elegir un libro para salvarlo, no creo que fuese este. Es un libro magnífoco y magistral, pero creo que hay otros libros que me han robado el corazón.
Hace pocas semanas me compré el libro de Eugine Richards "Cocain true, cocain blue", un trabajo genial, magnífico y estupendo...........
Un beso
Núria.
Interesante reflexión sobre el arte, Óscar, y Núria, lo de salvar un sólo libro es muy personal, pero el que digas que lo encuentras magnífico y magistral hace que coincidamos mucho,¿no?. Y ahora te pongo yo en la disyuntiva,si tuvieras que salvar un único,¿cúal sería?
ResponderEliminarY felicidades por la nueva adquisición para tu biblioteca fotógrafica, aquí también coincido contigo cien por cien.
Un beso
La frase de Cercas en boca de Miralles también a mí me emocionó en su día y me emociona ahora, pues he tenido la dicha de pasar esa experiencia. Y de una u otra manera seguimos con momentos similares.
ResponderEliminarLo demás es pura vanidad.
Veo que coincidimos, FPoEgea.
EliminarUn abrazo