NOSÉ Y ANDREA
El otro día rebuscando en el archivo de fotos encontré esta de Andrea y Nosé. No necesité buscar la fecha, fue tomada hace 20 años, en 1.992, el año en que nació mi hija Andrea que ahora tiene 20. Y curiosamente, el gato que aparece en la novela "Un día de mayo" que también transcurre en 1992 se llama Nosé. Esta es su descripción:
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Nosé, pues éste era el nombre definitivo del felino tras varios intentos fallidos de buscarle otro, había sido adoptado por Altés cuando lo encontró, famélico, en la calle, y sintió pena. De una edad aproximada de un año pasó los dos primeros días en su nueva casa escondido y sin moverse detrás del retrete, lo que había dado una impresión totalmente errónea de su verdadero carácter. Con el paso del tiempo y la buena alimentación, Nosé había ganado en tamaño y peso hasta alcanzar los once kilos. Esto provocaba que ocasionales visitantes como el electricista o el cartero lanzaran exclamaciones del tipo: —‹‹¡Qué grande! ¿Es un perro?›› o también —‹‹Es enorme. ¿Está embarazada?››
Como todos sus congéneres, el felino tenía un acusado sentido de la independencia, pero en grado superlativo. Cuando necesitaba algo de cariño se tumbaba en el regazo del periodista mientras éste leía o miraba la televisión. Pero en caso de que Altés decidiera cogerlo, sabía que tenía menos de un minuto para acariciarlo y soltarlo antes de que Nosé se pusiera a morder o a arañar como un poseso. Por las mañanas, al levantarse, Marc recibía siempre los buenos días del gato que se restregaba contra sus piernas. Pero si a continuación se dirigía hacia la cocina donde el animal recibía su ración de lata diaria, ya no podía rectificar y volverse atrás antes de darle de comer. Nosé, orejas pegadas al cráneo en posición de combate, indignado por el cambio de expectativas, se lanzaba contra las piernas desnudas del reportero, que solía dormir en calzoncillos, y que ya estaban llenas de arañazos: recuerdos vivos de descuidos anteriores.
Cuando el periodista se iba de viaje Mati solía pasar a alimentar al gato antes de ir a trabajar. Durante estas ausencias, y a pesar de su independencia felina, Nosé había dejado claro su enfado por este abandono tirando estatuillas y jarrones de las estanterías por las que se paseaba a su antojo, fuera cual fuera su altura. Por eso Altés lo había dejado esta vez al cuidado de su vecina, no sin observar, con cierta preocupación, que nada más tomar posesión de su hogar provisional, y aprovechando que la periodista estaba de espaldas, el gato se había afilado las uñas a conciencia en la gruesa alfombra del comedor de su circunstancial cuidadora.
Pués es cierto, Nosé, tanto el real como el protagonista de la novela, era un gato con mucho carácter y una fuerte personalidad.
El tiempo vuela... demasiado deprisa.
ResponderEliminarVeinte años de los juegos olímpicos. Parece que fu ayer.
Un abrazo
Tienes razón, Jan. El tiempo vuela.
EliminarUn abrazo
Sí, lo recuerdo perfectamente. La alfombra persa, numerada, recién comprada y Nosé hincándole las uñas, nada más aterrizar en ella. Con todo, creo que a él Mati le caía muy bien...
ResponderEliminarLos dos se caían muy bien Monty. Ya han transcurrido 20 años. ¡Cómo pasa el tiempo!
ResponderEliminar¡Felices Fiestas querida vecina!
Navidades, fechas de recuerdos sentimentales. Nos pasa a todos.
ResponderEliminarYo en vez de gato y niña, la tengo de conejo y niña. Problemas de alergias con los gatos correteando por la casa.
Y ve que cumples con la tradición de que los fotógrafos tenemos niñas.
EliminarUn abrazo y Felices fiestas.