Ra-ta-ta-ta-ta-ta. Es como el sonido de una ametralladora que entra por mi ventana. Es una taladradora. Parece ser el inicio de obras y excavaciones.
Uno se hace siempre varias preguntas. ¿Cuánto durarán? ¿Cuántos obreros se necesitan para hacer un agujero? Y viendo la foto de abajo, ¿qué demonios hacen los bomberos?
Pues viendo la foto de arriba parece que el bombero, por su lenguaje corporal, está entrenando para su próxima actividad jubilar: visitar obras.
ResponderEliminarEn este país el trabajo está muy "bien mirado": mientras uno trabaja, varios miran.
ResponderEliminaruno trabajando y seis mirando...
ResponderEliminarLo que más me preocupa es que nuca Le toca debajo de la casa o piso del ALCALDE que casualidad. Serán los planos que se extraviaron vergüenza todas empezadas i ni una terminada patas arriba i a vista de pájaro asta parece que hay trabajo
ResponderEliminarOstras de un primer vistazo pensé que eran unos niños jugando con arena...son "cosas de la edad"...
ResponderEliminarDe niña decía; "Barcelona siempre está en obras", de adolescente repetía, de mayor repetía... y ahora aún mucho más mayor, subo al tren de Rodalíes con la estación en obras, el paisaje de la costa con todas las estaciones y rieras en obras, llego a Barccelona con más obras... los agujeros cada vez máas grandes, los obreros cada vez más morenos... creo que buscan petróleo...
ResponderEliminarEs comico que mientras unos trabajan otros miran pero con esto no se termina los huecos en las calles
ResponderEliminarEn Madrid lo de las obras es kafkiano.
ResponderEliminarDicen que Danny de Vito visitó Madrid hace años y cuando le preguntaron qué le parecía la ciudad contestó: “Madrid es una ciudad preciosa, pero lo será más cuando encuentren el tesoro”.
Creo que todavía no lo han encontrado...
Nacho, muy bueno lo de Danny de Vito, lo podría haber dicho Woody Allen o el mismísimo Groucho Marx si se hubiera podido pasar por el Madrid actual.
ResponderEliminarHace tiempo que no voy a Madrid, pero estoy al tanto de la historia de las interminables obras gracias a las ácidas y mordaces críticas que hace Julián Marías en el País Semanal.