Ya visteis en
el post de ayer que había cumplido con creces mis aficiones gastronómicas. Y hoy tocaba cumplir con el segundo deseo y sumergirme en un paraje espectacular que combina alta montaña con uno de los más bonitos bosques de toda la cornisa cantábrica en el que se mezclan hayas, castaños, tilos, acebos, robles y avellanos.
Siguiendo los consejos del refrán, a quién madruga Dios le ayuda, a las siete de la mañana ya estábamos en
la Collada de Incós, a 1.200 metros de altitud y desde donde hay
una de las mejores vistas del alto Nalón en
el principado de Asturias.
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GABÓN (ASPHODELUS ALBUS)
Yo, al igual que Marc Altés, el periodista que protagoniza
Un día de mayo, siempre que viajo a los lugares en que se pueden ver aves y animales salvajes cargo con mis prismáticos de 12 aumentos. Gracias a ellos pude ver, siguiendo las indicaciones de los guías, una
cierva y varios
rebecos. Otras de las joyas faunísticas de la zona son
el oso, el lobo ibérico, el urogallo, en grave peligro de extinción,
la nutria, el gato montés o el águila dorada.
Luego vino la bajada hasta
Belerda, un descenso empinado y siguiendo las márgenes de un riachuelo plagado de piedras. Pero valió la pena atravesar los bosques de hayas, bellos, húmedos y un tanto fantasmagóricos.
La guinda final fue subir hasta
Brañagallones, en donde hay un extenso prado alpino rodeado de altas cumbres, hayas y acebos, cuyo origen es un circo glacial. En él pastan vacas y caballos entre las cabañas de piedra que se utilizaron antiguamente para el ganado. Y uno aún se mira este precioso entorno con mayor atención cuando sabe que es el rincón preferido de
la Viajera Empedernida.
Fue un día maravilloso, excepto para mi pobre calzado a quién se le acabaron atragantando tantas piedras.
Conozco el lugar, y es realmente bonito. Verde por todas partes.
ResponderEliminarA final de mes, con la nevera vacía y toneladas de hormigón alrededor, estos artículos asturianos con comida y paisajes dan una envidia increíble. Espero no tardar mucho en volver a ir.
ResponderEliminarOtra cosa. De la misma forma que no se puede torear con botas de esquí, al monte se va correctamente calzado. Aunque sea un paseíllo de nada. Lo de menos es que se rompa un zapato, lo malo es que te puedes hacer daño.
Un saludo!
Que lugar mas bonito tendremos que tomar nota para algun dia darnos un paseo saludos
ResponderEliminarSi ya me habías puesto los dientes largos con las anteriores entradas con esta me has rematado, me apunto la entrada para ir a darme una vuelta por Brañagallones, me gusta Asturias y hemos estado varias veces, pero al final siempre vamos a los mismos sitios, para la próxima ya sé donde ir.
ResponderEliminaragur...
Realmente fantásticas imágenes y además me has hecho sentir como si estuviera allí mismo. Todo aquello es algo que no se puede describir con palabras y tengo muchas ganas de ir después de haber visto la 2ª imagen y la del interior del bosque de hayas(me veo tumbado entre tanta paz y belleza). Por cierto me gustaría saber que combinación sensibilidad, velocidad y obertura utilizaste en la imágen del bosque de hayas.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por haberme hecho sentir grandes sensaciones esta mañana.
IMPRESIONANTE, vaya reportaje, estuvimos en Redes en 2004, una belleza excepcional!!, pero tu cámara lo hace mas bello todavía, muy muy bien, estáis consiguiendo sacar toda la inmensidad de la naturaleza Asturiana, con esas cámaras mágicas y esas plumas afiladas…
ResponderEliminarEsoy recien empezando en el mundo d la fotografia pero me apasiona.. que lindas fotos!! Beso grande desde Argentina!
ResponderEliminarJesúsja, Brañagallones vale la visita. No hay que perdérselo.
ResponderEliminarManuel, me has dado una idea con tu pregunta y te la contestaré, mucho más ampliada, en un próximo post. Y me alegro de que te guste.
Gracias, Quintana del Caleyo, intentamos transmitir, de la mejor manera posible, lo que vemos y lo que sentimos.
Gracias Karu.Espero seguir viéndote por estas páginas y que sigas cada vez más con la fotografía..
Un beso.
Me ha gustado ver Redes retratado por ti. De aquí (concretamente de la aldea de Caleao) era mi abuelo Prudencio. Tras la Guerra le impidieron volver a casa. Se quedó en Galicia. Por eso yo llevo un apellido tan asturiano, tan de esta zona.
ResponderEliminar¡Qué casualidad Celtia! Ya lo dice el refrán: gallegos y asturianos, primos hermanos.¿Qué tal tu proyecto?
ResponderEliminarBesos
Me gusta mucho la combinación de paisajes y detalles, buscando siempre la esencia y la identidad de cada lugar.
ResponderEliminarSaludos.
Víctor